Y me encuentro sentada pensando en todos los lindos momentos que he tenido con mis
amigos y con mi familia, y me doy cuenta de lo
importantes que son para mi vida. Son los pilares de tu existencia y de tu felicidad. Simplemente son parte de ti, y ni siquiera los mares o continentes pueden evitarlo. A la distancia puedes sentirlos y estar con ellos en cualquier momento, viviendo con ellos cada segundo, pues las ataduras nunca se irán, especialmente si están hechas de amor, confianza y cariño.
Sin embargo, está esa fuerza interior que te llama a estar con ellos, que te impulsa a alejarte del presente e irte en su búsqueda,
ya que una parte de tu corazón se quedó donde éstos se encuentran. La tristeza te embarga al saber que ni el espacio ni el tiempo te permiten hacerlo, y tu alma entera sufre cuando se da cuenta de que no podrá abrazarlos, ni mirarlos, ni reírse junto a ellos en mucho tiempo. Pero lo que sí sabe es que al extrañar se da a conocer todo el cariño que siente hacia éstos y se mantiene la esperanza de que un día todas las partes del corazón estén juntas de nuevo.
Al mirar al pasado sonrío por haber pasado tan buenos tiempos con mis amigos, y de haber disfrutado mucho con mi familia. También me imagino en el futuro, llegando a mi país y estando con ellos. Sin embargo,
no es bueno mirar lo que no tienes. El pasado ya pasó y el futuro no ha pasado aún. No existe el tiempo definido, todo es relativo. Lo único que debes hacer es poner atención en el presente y sacarle ventaja a todo lo que te da la vida. Sonríe, y dile a tu corazón que esté feliz, porque no tiene necesidad de extrañar.
Simplemente recuerda la máxima felicidad que tuviste en el pasado y enfócalo en el Ahora, para ser feliz con tus seres queridos en el futuro.
